Adentrándote a un nuevo mundo
Una pequeña reflexión sobre el impacto cultural y personal que tiene el leer revistas y su relación directa en su diseño y planeamiento.
Antes de iniciar esta pequeña reflexión quisiera dejar en claro unos presupuestos a tener en cuenta durante toda la lectura. La información ha llegado a otros niveles de alcance con el internet y los nuevos formatos electrónicos portátiles permiten la lectura de portales de una manera cómoda y en su gran mayoría gratuita. Esto ha cambiado la manera de la gente de recibir a los medios gráficos tradicionales, por lo tanto esta reflexión puede flanquear un poco si intentamos aplicarlo a la actualidad, donde sigue sucediendo, pero en una manera mucho menor que hace unos años. Así que por favor sepan disculpar si por este motivo se llegan a exponer cosas donde el lector pueda no estar de acuerdo. Al mismo tiempo, me basaré en experiencias e impresiones personales.
Voy a empezar a ilustrar un típico caso para dar terreno al resto de la reflexión. Un típico adolescente, en un momento donde el internet solo era para las universidades de Estados Unidos. El individuo está en un momento de su vida donde empieza a buscar, consciente o inconscientemente, su lugar en la sociedad, un lugar donde pertenecer donde pueda rodearse de gente o un ámbito que lo represente y pueda desarrollarse y al mismo tiempo sentirse a gusto. Esta búsqueda está motivada ya por los gustos o las actividades ya inherentes a la persona en cuestión: deportes, mecánica, literatura, arte, etc. Este adolescente camina por la calle y se encuentra con un quiosco de revistas y empieza a ver portadas. Se encuentra con una enorme gama de ediciones que cubren desde fisicoculturismo hasta el crochet, y entre tanta maraña de temas tan variados como específicos, se encuentra con aquella revista que refleja todo aquello que el mismo disfruta. Se compra la revista y se dispone a leerla en cuanto puede. Allí mismo se encuentra con las tendencias, las figuras, eventos, reuniones, discusiones y aportes sobre todo aquello que quiere comenzar a ser parte. Este adolescente se ha iniciado desde la primera página a un nuevo mundo, un mundo que él mismo eligió.
Este caso puede ser transpolado también a otros casos típicos como el de la ama de casa que quiere comenzar a avocarse a las artesanías, al ciudadano mayor que quiere incursionar al mundo de la computación o al aficionado de la música que busca cosas nuevas para escuchar. Creo que muchos en la actualidad podemos recordar la primera vez que nos compramos una revista por elección propia y esa sensación que se tenía página por página de sentirse parte de algo donde muchos más compartían el mismo gusto y las mismas formas.
La revista ha sido para muchos la ventana a un nuevo mundo de intereses, donde puede conocer a fondo aquello que en un principio solo fue una pequeña chispa de interés o curiosidad. En una época donde los portales cibernéticos no eran la norma accesible de lo que es ahora, cuando alguien quería conocer sobre algo de la misma boca de quienes son parte, la opción más inmediata era conseguirse una revista sobre dicho tema.
La posmodernidad junto con los avances tecnológicos, trajeron en escena un sinnúmero de ediciones que hablan sobre temas súper específicos y personales, y al mismo tiempo un público consumidor de los mismos (si hay a la venta una revista sobre uñas es porque claramente hay un público que lo consume). Lejos estaba ya el diario como único medio impreso que debía contar día a día lo que toda la gente debía saber de manera modular y estandarizada todos los mismos temas para el ciudadano. El ciudadano posmoderno, además de ciudadano, es individuo en sí mismo, y como tal quiere diferenciarse en su esfera personal y como se muestra en sociedad. Ese mismo público también quiere informarse sobre aquello que le interesa y tener tema de conversación con sus pares del mismo palo.
Y todo esto tiene mucho que ver en cuanto a como una revista es presentada en sociedad. Tiene que mostrar esa personalidad, mostrar de manera impresa que pertenece a tal mundo y no al otro. Si bien hay códigos generales del formato revista, los mismos códigos son transformados por el género que abordan, y el mismo también puede ser transformado por un subgénero y así podemos continuar. Uno está harto de escuchar “se tiene que pensar en el lector”, pero al hartazgo lo tiene que asumir porque la revista se transforma a su público. Es una retroalimentación que impacta directamente a las nociones básicas de diseño de una revista, desde su diagramación hasta su imposición de página.
Para concluir y no hacer esto más largo y tedioso quisiera terminar con una reflexión final. Nos toca hacer una revista a nosotros y hay que aplicar todo lo aprendido en el año sobre cuestiones técnicas de diseño y tipografía, pero también tenemos que tener muy presente la otra cara del diseño que no es la técnica y teórica, es aquella personal, la que es indispensable para una revista, porque la revista es la materialización impresa de la personalidad misma. Fíjense de aferrarse a lo que fue leer su primera revista, el carácter personal que se le daba, los códigos y la manera de mostrarse, y al mismo tiempo agregarle nuestro carácter personal en la medida posible. Quizá esto nos sirva para tener más en cuenta a ese lector que tenemos que tener presente durante todo el proceso y nos ayude a saber el tipo de decisiones a tomar.
Saludos a todos y suerte.
Etiquetas: cultura, identidad, personalidad, revista