Los libros y la tecnología
Solía ser tan fácil de definir lo que era un libro: una colección de páginas impresas encuadernadas con tapas (duro o blando) que se puede colocar en un estante de la biblioteca, o en una tienda. Ahora, hay libros electrónicos y blogs que se convierten en libros y largas piezas de periodismo que están en algún lugar entre artículos de revistas y libros cortos.
Con el auge de los e-readers y el interés de pasar de la impresión a los medios más visuales, los libros y las librerías se han encontrado en una lucha por aferrarse a los lectores. En julio de 2012, Amazon informó que las ventas de libros electrónicos superaron las ventas de libros físicos en su sitio web.
Con el aumento de las ventas de libros electrónicos y no de papel impresos de las librerías, significa para el texto impreso? Para mi no. Los libros electrónicos han permitido un renovado acceso a muchos títulos que están fuera de impresión y que continuarán haciéndolo en un sinnúmero de títulos en el futuro. Una vez comprado el aparato tecnológico que se elija, muchos e-libros son más baratos que los impresos de nuevos lanzamientos. También son mucho más fáciles de transportar para el lector que un libro físico.
Aún así, un libro electrónico no puede sustituir a la sensación física de poseer un libro en la mano o dar como un regalo a un ser querido. Los libros físicos no se apagan o se quedan sin energía, o pierden datos. Por otra parte, muchos libros electrónicos implican alguna forma de gestión de derechos digitales, lo que significa que no se puede prestar un libro electrónico a un amigo de la misma manera que lo haríamos con un libro de bolsillo. De hecho, si la empresa que presta el servicio alguna vez va a la quiebra, puede perderse el acceso a un libro electrónico completo. Esto, obviamente, no es así con un libro impreso.
Mientras que los libros electrónicos – y medios electrónicos – siguen compitiendo con sus homólogos físicos para la atención del público, tal vez la mayor amenaza es la vida moderna. Quien no hablo con un amigo o compañero de trabajo que se jactó de que no había leído un libro voluntariamente desde la escuela secundaria, o de los muchísimos que dicen que simplemente no tienen el tiempo para terminar un libro con sus apretadas agendas.