Cuchillos de palo
Autor/a: Ignacio Abal
El mal diseño no es bajo ningún punto de vista algo exclusivo de la era actual, pero sí es llamativo cómo hoy en día podemos encontrarnos con libros de los que uno esperaría un cierto nivel de esmero en sus presentaciones, pero que terminan sorprendiéndonos con un despliegue de mediocridad lo largo de sus páginas.
Cuando uno comienza a adentrarse en el mundo del diseño y a desarrollar de a poco ciertos criterios y percepciones, también empieza a notar la abismal cantidad de cosas a nuestro alrededor que carecen de ellos. Pero bueno, ¿Cuánto podemos pedirle a la marquesina de la carnicería del barrio, o al logotipo de una marca trucha de gaseosas?
La verdadera indignación ocurre cuando nos encontramos con estos problemas en piezas más complejas, que dependen de un diseño responsable para su correcta funcionalidad, como lo son los libros. Por supuesto que sería muy inocente esperar que todo libro tenga sus tapas e interior minuciosamente planeados, por lo que quiero enfocarme en dos libros en particular, de los cuales uno esperaría un poco más.
Hay una nueva moda literaria que hace furor en el público más joven: Los libros de youtubbers. Ciertas editoriales españolas no tuvieron mejor idea que ofrecerles a estas estrellas de internet la oportunidad de escribir sus propios libros, resultando en piezas como El Libro Troll, de la editorial Temas de Hoy, cuya falta de interés en su contenido se refleja en su diseño.
Se nos presenta una tapa con el apodo del autor y el título del libro casi al mismo nivel, cada uno con lenguajes crudos y separados, con la cara de ElRubius asomándose en la parte inferior. El contenido en su interior no se queda atrás, presentando actividades para realizar, con un estilo que intenta ser gestual. El texto está siempre en mayúscula y en una tipografía casi gestual y narrow que dificulta mucho la lectura, todo esto acompañado de imágenes, que son una mezcla extraña entre ilustraciones mediocres con chistes gráficos de internet que no terminan de combinarse correctamente. Para redondear, las puestas de las doble-páginas son caóticas y no respetan grilla alguna, dejando muy en claro que el único valor de este libro es aquel que pueda tenerle un fan por el autor.
Pero quizás sea injusto criticar el diseño cuando, como dije antes, la concepción y contenidos mismos del libro dejan tanto que desear. Pero ¿Qué pasa cuando nos encontramos con libros de diseño mal diseñados? ¿Cómo debo tomarme las enseñanzas de alguien que no pudo aplicarlas a su propia pieza?
Tomo como ejemplo el libro La sintaxis de la imagen, introducción al alfabeto visual, de la editorial GG Diseño. Si bien la reducción de márgenes es un recurso utilizado por varios libros económicos, acá está implementado sin ningún tipo de control, con escasos puntos aparte, deflecados exagerados que crean contraformas pregnantes e imágenes y gráficos que prácticamente van al corte y dejan extraños vacíos blancos. Para colmo, utiliza distintos recursos para resolver problemáticas similares en distintos capítulos, lo cual demuestra indecisión en cuanto a cómo ordenar la información. Pero, a pesar de todo esto, el contenido del libro no refleja el diseño, presentando cuestiones interesantes e información útil.
Si bien no es tan fácil encontrar este tipo de libros con este tipo de fallos, resulta curioso ver cómo, a veces, en casa de herrero se usa cuchillo de palo.
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