Diseño con valor agregado
Autor/a: Florencia Fuertes
Cuando el diseño es más que algo “bonito” que seguramente podemos ver en cualquier parte del mundo. Cuando tiene un sentido de pertenencia, cuando es la cultura local la que da ese valor agregado.
En el mundo hay miles, probablemente incontables sistemas gráficos de eventos, packaging, editoriales y podría seguir enumerando pero ese no es el punto. El punto en cuestión es, ¿qué sucede cuando todos estos sistemas son tan parecidos entre sí que difícilmente destacan del resto? Tan parecidos, que uno no puede distinguir siquiera de qué país provienen por esa cosa de siempre buscar imitar lo que “está de moda” en el exterior. Sistemas que escasean de este tema del valor agregado.
Hace pocas semanas en una reunión, a eso de las 5am, después de que se acabaran las interminables ocho pizzas y ni la cumbia le provocara bailar a nadie más, surgió una conversación que, aunque suene rarísimo, hoy me pareció pertinente a esto de los sistemas. Es casi inevitable en una reunión de compañeros de diseño, alguna de las tantas charlas no podía derivar en otro tema que no fuese la materia en cuestión que nos unía. Y ahí, pese al cansancio palpable en la mayoría de los rostros, entre que comentario va y comentario viene, surgieron algunas preguntas: ¿por qué no se valora el diseño propio de nuestra cultura, el local? ¿Por qué siempre estamos intentando aferrarnos al diseño de afuera? Surgió entonces esta cuestión del valor agregado, el cultural, aplicado al diseño (y sé que lo estás pensando, «¿Qué hacían hablando de eso a las 5am?», y no sé, la única explicación es aliens).
¿Por qué lo desvalorizamos? ¿Será porque uno tiene las imágenes locales tan impregnadas que termina desprestigiando lo que, de algún modo, considera común y corriente? ¿Será porque tenemos instalada como una suerte de chip esta idea estúpida de que lo de afuera siempre va a ser mejor? Pregunta a la que sí, ¡está bien!, me declaro culpable: yo también lo pensé, que lo de afuera es más cool que, por ejemplo, los carteles berretas esos de cumbia que veo todos los días cuando paso por Isidro Casanova. Pero después de esta conversación, que seguramente a algunos les hubiera parecido banal, tan trivial que sus bostezos los delataban, a mí personalmente, cuando días después veía los carteles “berretas” desde el colectivo, me hizo apreciarlos de otra manera.
Entonces después me pasaron este video de Stefan Sagmeister (si no lo conocen, es un diseñador de la hostia especializado en el diseño de tapas de CDs, además tiene unas charlas buenísimas, siendo esta una de mis preferidas), y no puedo más que coincidir con todo lo que dice. Me gusta quedarme con lo que Sagmeister hace hincapié: estar cerca de nuestras raíces es sumamente importante, porque nos podemos apropiar de lo nuestro, establecer una diferencia, distinguirnos.
Quizá la desventaja más grande de la globalización es la increíble gentrificación del mundo, que todo se vea igual, que no importa dónde estés en el mundo, los identificadores visuales son los mismos. Y pienso que es algo completamente inhumano, que no es algo que quisiéramos como seres conscientes.
Sin ir más lejos (bueno, un poquito lejos), podemos tomar de referencia al genio de Elliot Tupac que se distingue por ese uso intenso del color y sus mensajes, pero además de eso también se distingue por esa impronta de la cultura peruana que tienen todas sus obras.
Sí, acá a unas cuadras de la casa de tu tía, en la calle, hay afiches que te hacen sangrar los ojos pero también hay otros con una gráfica que está zarpadísima y puede ser, estoy segura, súper explotada. Creo que lo que necesitamos es empezar a mirar más con ojos de diseñador y no tanto con esa mirada atravesada por los prejuicios que todos conocemos. Propongo que empecemos a mirar más nuestra cultura, esa gráfica de acá que nos gusta y esa que no nos gusta tanto, ¡también! Que podamos darle ese valor agregado a nuestros laburos y que no sólo hablen de nosotros, sino también de dónde venimos.
cultura, identidad, sistemas