El Punk vive (y se llama Luis)
Autor/a: Cecilia Silvano
Si pienso en Revista pienso en Luis, aka Alacrán. Desde hace tiempo busco una buena excusa para acercarme a este extraño personaje, entablar una conversación y hacerle las preguntas que pasan por mi cabeza cada vez que recorro su extravagante puesto en […]
Si pienso en Revista pienso en Luis, aka Alacrán. Desde hace tiempo busco una buena excusa para acercarme a este extraño personaje, entablar una conversación y hacerle las preguntas que pasan por mi cabeza cada vez que recorro su extravagante puesto en Parque Centenario.
Conocí la feria hace tres años. Como acababa de mudarme por la zona, la frecuentaba seguido buscando libros baratos, publicaciones viejas, discos, vajilla… Compré muchas cosas a muchos feriantes, me detuve en muchísimos puestos, pero el de revistas de Alacrán es el único que recuerdo en detalle. Tal vez sea lo kitsch de su rejunte de figuras de acción, carteles anárquicos, miniaturas de aviones y máscaras de goma que amontona en los estantes, la sombrilla a rayas tan marplatense en pleno cemento que marca la entrada, o la sensación extraña que genera verlo sentado en su mesita cualquier día de la semana, como si no cerrara jamás.
Cacé la cámara, conseguí un grabador y me fui al parque, rogando que puesto y puestero siguieran estando dónde siempre. Tuve suerte. Me acerqué a saludarlo, recorrí un poco el lugar. Aunque hacía casi un año que no pasaba por ahí, la imagen mental seguía intacta: la caja de cartón con fanzines, el pilón de revistas eróticas noventosas, las Fierro siempre a la vista en los canastos del frente…
No soy muy ducha entrevistando, así que entre los nervios y la vergüenza del momento me quedaron varias preguntas en el tintero. Por suerte Luis habla en catarata, no escatima palabras y sus respuestas fueron bastante similares a sus estantes: mucho de todo. Muchas palabras, mucha información, muchas ganas de contar.
Entrevista
– Tu puesto tiene una identidad muy fuerte, transmite mucho, ¿Eso cómo surge?
Sí. Yo soy punk, a pesar de la edad que tengo. Ya no parece tanto pero bueno, el tiempo pasa. Al ser punk uno está en contra de un montón de cosas, y eso es lo que yo quise reflejar en mi puesto. El hecho de ser punk muchas veces te da a entender como la sociedad transforma a una persona a nivel educación, amigos, montones de cosas. Nosotros somos producto de todo lo que vemos y oímos, lamentablemente cosas muy malas, por eso es que el mundo está como está, ¿no? Entonces, yo trato de transmitir eso en el puesto. Ves volantes colgando, carteles. Eso transmite mucho. Lo que me gusta también es que al ser un puesto de revistas no es tan cuadrado como uno de libros. Los de libros son, más o menos, de libros y nada más. El de revistas puede permitir un poco más de colorinche, un poco de firulete por todos lados. Así que aproveché para meterle al puesto cosas que a mí me gustan: muñecos, cosas de terror, cosas con las que yo crecí. Toda esa mezcla de punk, terror, muñecos de colección y demás crearon un puesto que casi inigualable. Me lo ha dicho muchísima gente a lo largo del tiempo, inclusive personas que han viajado por muchos países, que no existen puestos como este. Estéticamente sale de ahí, y al ser punk obviamente hay fanzines, hay parches, hay montones de cosas que generalmente no se consiguen en ningún otro lugar. También tiene que ver con mi edad y el año que estamos transcurriendo. Conozco muchas cosas de colección, sé cómo comprarlas y cómo venderlas o canjearlas. Eso es lo que muchísima gente busca. Cosas “raras”, de colección, pocas veces vistas. Eso suma a lo que canjeo, compro, vendo, todas hacen un puesto bastante particular.
– ¿Hay gente que venga a buscarte seguido, digamos, clientes habituales?
Este puesto existe hace ya más de 31 años, hay muchísima gente que me sigue desde que se fundó, a mediados de los ’80. Siguen viniendo y me dicen “yo venía allá por los 80”. Siguen viniendo porque no encuentran algo parecido, porque trato de tener (y por suerte lo logro) precios muy accesibles para revistas de colección que en cualquier otro lado valen el doble o el triple. Acá inclusive, si no tenés plata, podés traer cosas para cambiar. No es solamente dinero-dinero. Siempre se puede hacer algún tipo de transacción. En realidad todos los negocios deberían ser así, pero bueno. Lo otro, es que también atiendo muy bien a la gente. Atiendo como a mí me gusta que me atiendan en otro lado (cosa que no sucede) y eso a la gente l e encanta. A veces vienen y me dicen “vos no sabés como me atendieron acá a la vuelta”. En muchos lugares parece que fueras una molestia, en vez de un cliente que ayuda con su dinero a vivir al dueño de ese local.
– ¿Hay material que no aceptes, temáticas que no querés tener en tu puesto?
Sí. Las cosas fascistas no las tomo, tampoco las revistasde caza. No voy a vender material de cosas que yo estoy en contra. Por ejemplo nunca me gustó el fútbol, por todo lo que significa y oculta. Entonces tampoco me lleno de revistas de fútbol. Por ahí alguna que otra cosa de colección. Además, trato de no vender lo que está de moda. Sigo fiel a mi pensamiento y a lo que yo creo. Por más que Michael Jackson o Madonna (ponele que retrocedemos 15 años) se súper venda, no voy a llenar todo de cosas de ellos porque no me gustan. Comercializo y canjeo muchas cosas raras, viejas o que nadie aceptaría en otro lugar porque no las conocen. Yo, aunque no lo conozca, si veo que es medio raro o bizarro lo agarro, porque a la gente le gustan las cosas bizarras o extrañas. Aunque yo no sepa muy bien a veces qué es.
– ¿Qué me podés contar del mundo del fanzine? ¿Sentís que sigue vivo como hace 20 o 30 años o que está teniendo un nuevo auge?
Fanzines se le dicen a las revistas-subte. Hay revistas-subte punk, anarquistas, de teatro, heavy metal, poesía… El fanzine nace en Inglaterra con la explosión punk del 77. Acá llega a principios de los ’80 y los pioneros fueron del 84, 85 más o menos. En el 85 se produce el boom de los fanzines en Argentina, todo el mundo quería hacer uno. Había cien, doscientos, trescientos diferentes. Por supuesto que había mucha cantidad pero poca calidad. En los ’90 lentamente comienza a morir, y ya hoy directamente son inexistentes. Si bien hay dos, tres, cinco, diez por ahí, no consiguen ser grosos en ventas o crecer. Están los que hacen 40, 50, 100 ejemplares y se estancan a lo largo de los años, no crecen. Esto pasa, no porque es un fanzine, sino porque no hay creatividad o algo bueno para decir o para mostrar. Queda todo en la mediocridad. A pesar de que hay algunos muy buenos no se les ocurre salir del estancamiento, decir “si hice 100 voy a hacer 200 a ver si se venden, voy a duplicar los puestos de venta”. No hay crecimiento. Yo mismo hice un fanzine, en los 80, que pasó de 200 ejemplares a 1000 en solamente tres números. Y después salió directamente en los kioscos, porque se hizo muy grande.
– ¿Qué fanzine era?
Se llamaba Rebelión Rock. Y terminó en los 5000 ejemplares en el 89, salió en los kioscos con tapa en colores. Por problemas graves personales no lo pude seguir, y en un par de meses va a salir uno nuevo en los kioscos de vuelta. No es una idea de ahora, sino de hace diez años que recién ahora puedo materializar. Todos estos años no ha habido nada que muestre el espíritu de los fanzines, el espíritu contestatario, de decir otra cosa.
– ¿Los fanzines vienen y te los dejan?
La gente viene, los deja, después pasa un día y me dice “te traje tantos fanzines” (yo igual lo anoto en un cuaderno) y nos fijamos y digo “vendí tres”, “vendí diez”, “vendí todos” y le pago. No les recargo nada. Yo gano de lo otro, no voy a ganar de un fanzine que hacen ellos para querer decir algo. Hoy en día me dejan dos o tres, pero no son los 50 que me dejaban en los ‘80, que había un pilón. No creo que revivan. Por ahí, con el relanzamiento de Rebelión Rock en los kioscos algún que otro medio viejo dice “vamos a salir de vuelta”, pero no creo que sea la explosión que hubo en los ‘80. Más con internet y todo eso.
– ¿Rebelión Rock que temas toca?
Toca todo lo que tiene que ver con notas sociales, mechado obviamente con música, con punk más que nada. Todo lo que sea algo para mejorar el planeta. Gente que lucha, cosas muy feas que se ocultaron hasta el día de hoy y casi nadie las sabe. Cosas que no las vas a ver en ningún otro lado ni te las va a explicar nadie, todo con un vocabulario como para que lo entienda un chico de 14, 15 años. Yo pienso que si un chico de 14, 15 años lo entiende, lo entiende cualquiera. No uso eufemismos ni lenguaje complicado, vos lo lees y es como si estuvieras hablando conmigo. Y eso es lo que a la gente le encantó y por eso creció tanto. Es algo sin pelos en la lengua, y eso es una rareza. Me encantaría que todo fuera así. No se puede creer que no haya medios que digan al pan pan y al vino vino, dicen en una página algo que se puede decir en una línea, es increíble. La gente no entiende, se aburre. La evolución es tratar de entender con menos palabras, más rápido, no más lento.
– ¿Hay algo más que me quieras contar?
No… en treinta y pico de años esto tiene anécdotas de lo que se te ocurra, lo han venido a grabar para televisión, para alguna película del cine, y cosas por el estilo. Y bueno, estamos acá, siempre. Tenía 20 años, hoy tengo casi 52 pero bueno, por suerte mi cabeza no cambió, mi ideología no cambió y sigo peleando contra todas las injusticias sin callarme la boca, algo que también falta. Falta huevo, como diría alguien, ¿no? Está todo adormecido.
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