Libros que viajan.

Autor/a: Lorena Bandin

La lectura que nos transporta a la ciudad que queremos visitar o conocer, sin hacerlo de verdad, pero sí desde nuestra imaginación, que para comenzar no está nada mal.

Dentro del mundo de los libros, aquellos que relatan historias de viajeros son los que particularmente más disfruto. Si bien conocer los lugares recorriendo sus calles y compartiendo sus culturas es una de las mejores formas de hacerlo, muchas personas que dedican su vida a esto también deciden dejar sus experiencias plasmadas en palabras para compartirlas con el resto de las personas.

Ya los antiguos egipcios y en la Antigüedad clásica griega y romana contaban con sus propios libros de viajes. En general, los escritores de libros de viajes de todas las épocas tenían más interés en las costumbres y los comportamientos de los seres humanos que en la arquitectura y los monumentos. En el siglo XIX surgieron por primera vez las detalladas guías de viajes Baedeker, que se diferenciaban de las otras guías porque quienes las escribían viajaban verdaderamente al lugar descrito para recopilar la información.

Un libro de viajes no sólo sirve para conocer un lugar desde el punto de vista particular del autor, sino que también para conocer lugares que tal vez desconocíamos y que muchas veces suelen ser los más atrapantes.

Para quienes tuvieron la suerte de conocer el sur de nuestro país, y para los que aun no, recomiendo el libro Huellas de fuego, en el que el autor cuenta su experiencia de recorrer con dos amigos la península Mitre, en Tierra del Fuego.

Para ir terminando con el post, si bien no forman parte de este grupo los libros que estamos trabajando, podría decir que todos nos transportan, ya sea a una historia irreal creada por el autor, o tal vez a alguna sensación o momento propio de cada uno que lo lee, en parte por la armónica compaginación de cada una de sus partes.