Cátedra Cosgaya Tipografía 1 y 2 | Carrera de Diseño Gráfico | FADU/UBA

Hasta dónde decir…

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En un momento en donde la coyuntura política no le es ajena a nadie (no debería serlo nunca, pero hay gente que cree que sí), decidí utilizar mis “15 minutos de fama” para hacer catarsis. […]

En un momento en donde la coyuntura política no le es ajena a nadie (no debería serlo nunca, pero hay gente que cree que sí), decidí utilizar mis “15 minutos de fama” para hacer catarsis.

 

Cuando me dieron la libertad de elegir la temática de mi revista no dude en que iba a ser de política. Es por eso que, sumado al momento político que estamos viviendo, y mi interés en el tema, para este post elegí contar brevemente la historia de la revista «Humor»

 

La gente que elige leer una revista, la elige por el tipo de información o el contenido que incluye. Las revistas suelen especializarse en temas diferentes que entretienen al público. En cambio, la revista “Humor”, que sin dudas fue una revista que quedó en el inconsciente de los argentinos, además de entretener, asumió un rol de denuncia. Nació en un contexto donde por un lado se jugaba el mundial de fútbol del ‘78 y, por el otro, los militares detenían, torturaban y desaparecían personas. Era un momento donde en el exterior de a poco se empezaba a conocer la violación a los derechos humanos. Pero en la Argentina, había censura de prensa y el silencio impuesto reinaba.

 

El 6 de junio del ‘78 tres periodistas fundaron la revista: Andrés Cascioli (director), Tomás Sanz (jefe de redacción) y Aquiles Fabregat (secretario de redacción). Desde un principio fue una revista de humor político en un contexto en donde no había permiso para ello. Comenzó a atacar a personajes de la política, como Martínez de Hoz o animarse a hacer chistes con los militares. Desde el humor, denunciaba cosas que otras revistas no podían hacer. Fue un palo en la rueda de la censura y de la dictadura. Encontró la clave para que nunca la prohibieran, al principio era una revista de humor y que luego se convirtió en una revista con una alta dosis de política. En los primeros años, la revista fue tanteando hasta dónde pegar y se fue metiendo de a poco en cuestiones más delicadas para la dictadura. Cuando eso sucedió, en 1981, ya vendían cerca de 100.000 ejemplares y hubiese sido un escándalo que la prohibiera. Y en los dos años posteriores duplicó la circulación. Los militares habían quedado muy expuestos a nivel internacional con la detención de Jacobo Timerman, y desde 1979 estaban bajo la lupa gigante de Estados Unidos, Europa y los organismos internacionales y nacionales de derechos humanos.

 

En democracia la revista bajó notablemente sus ventas y cerró en 1999, en medio de pleitos judiciales y de problemas con sus trabajadores. Fueron veintiún años ininterrumpidos de una publicación que enfrentó la clausura, desafió censores, sobrevivió a la dictadura y realizó, junto a sus lectores, la transición a la democracia.

 

A partir del caso de la revista «Humor», podría pensarse en el ineludible poder que tienen los medios de comunicación. Como se dice comúnmente, son el “cuarto poder”. Hay medios que usan ese poder para desinformar, para vender una realidad que le conviene a sus interés socio-económicos, tienen la capacidad de un día hacerte creer tal cosa y al otro desmentirlo o no nombrarlo más si no es útil a los fines que persiguen, son monopolios hegemónicos, tal es su poder que manipulan la información, tienen la capacidad de enaltecer a ciertos líderes o personajes, en detrimento de otros. En Argentina, algunos medios derrocaron gobiernos, ocultaron información, nos hicieron creer que íbamos ganando una guerra, velaron los horrores de las desapariciones y torturas, legitimaron gobiernos de facto.

 

Nosotros como diseñadores tenemos que ser conscientes del rol social que nos convoca, no necesariamente que responda a la necesidad del mercado SINO que es importante que contribuya a las soluciones de las grandes problemáticas socio-culturales. Un diseñador no debe ser ajeno a estas problemáticas y debe asumir un rol de compromiso con su producción, teniendo en cuenta los efectos sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales de su trabajo. Como futuros profesionales debemos poder dar cuenta en nuestro hacer de nuestras raíces, de dónde venimos, dónde nos formamos, a dónde queremos apuntar y pensar como se lo vamos a retribuir a la sociedad.

 

 

videlamalvinas 2  Primer número post elecciones. Menem