Al despertar cada mañana, comienza la cuenta atrás de otro día en nuestra vida. En el 90% de los casos, las personas madrugan para concurrir a sus respectivos trabajos teniendo previamenta a ello una serie de actividades de rutina. Lavado de cara, un baño ligero, cepillar los dientes, un cortado, pasear al perro, y como no, leer el diario. Ya sea por medio de Internet, tv, radio o papel la gente busca enterarse de que sucede en el mundo que los rodea. Y esto ¿por qué?
Si la mayoría del tiempo pecamos de egoístas creyendo que lo que nos sucede es lo que más importa y lo demás da igual, entonces ¿cuál es el motivo por el que buscamos saber lo que le pasa al resto?
Esto es así porque el diario es el objeto que nos sitúa en la realidad, el que nos pone los pies en la tierra haciéndonos dar cuenta que sólo somos uno más entre los mil millones de problemas entre los cuales pasamos nuestros días. Nos informa, nos actualiza, nos atormenta y nos alegra a través de sus páginas al comenzar cada uno de los días.
Hay un dicho que expresa que “con solo una palabra se puede curar y se puede sanar”. Cierto y claro se aplica fácilmente al funcionamiento de un diario. El uso correcto de la palabra es algo quepocos y privilegiados pueden decir que lo saben manejar. Se trata del equilibrio entre lo que es malo y lo que puede ser algo bueno. Un diario es algo eternamente fugaz. Sólo dura un día pero se repite luego cada día, todos los días y para lograr que la gente quiera consumirlo tiene que existir el equilibrio.
Un ejemplo: Si se declara una guerra, ¿la gente es feliz informándose de que van a caer bombas a su alrededor? O quiere más allá de eso poder enterarse donde buscar refugio y como encontrar distracciones y entretenimiento para no pensar en ello.
Los humanos vivimos siempre al límite de la cuerda floja, si logramos el punto de equilibrio avanzamos, si no es así, caemos y volvemos a intentarlo. Pero siempre buscamos ese lugar de comodidad en la incomodidad y ahí se donde esta el diario. Nos muestra la realidad de frente pero dejando una ventana abierta hacia otros lados de nuestra mente.
“Un diario es como un laberinto. Si uno no conoce sus reglas y caminos, se pierde. Pero si lo estudia y conoce su recorrido, siempre va a llegar a un buen destino.”
Micaela Roxana, Mosquera Vázquez