La forma que tiene hoy en día la tira cómica fue moldeada por un conflicto entre dos diarios de Nueva York a fines del siglo XIX: el New York World, de Joseph Pulitzer, y el New York Journal, de William Randolph Hearst, en su competencia por mantener la supremacía en el mercado neoyorquino.
Si bien hubo antecedentes de historietas en la prensa europea, como Histoire de Monsieur Cryptogame de Rodolphe Töpffer en Francia o Max und Moritz, de Wilhelm Busch en Alemania, se suele coincidir en que la tira Hogan’s Alley de Richard Felton Outcault –de la cual surge el exitoso personaje The Yellow Kid– es la primera tira cómica publicada en un diario de actualidades que le da forma al género comic strip.
En 1889 se crea la sección The World’s Funny Side, (El Lado Divertido de The World): una página completa de ilustraciones humorísticas en blanco y negro en la publicación de los domingos de New York World. Tal fue el éxito de la sección que en 1893 la página en blanco y negro pasó a ser un suplemento de muchas páginas y a color, únicamente dedicado al humor gráfico.
Ahí es cuando Richard F. Outcault publica por primera vez Hogan’s Alley, presentando, quizás sin darse cuenta, al considerado primer personaje moderno de las tiras cómicas: The Yellow Kid.
Debido al gran éxito del suplemento dominical de The World, William Randolph Hearst –director del diario rival– ofreció mejores salarios a la gran mayoría de los dibujantes y humoristas que publicaban en The World, quienes aceptaron la propuesta, incluyendo a Outcault.
El dibujante inició un proceso judicial por los derechos de autor de su obra, pero los jueces dictaminaron que la tira le pertenecía también a The World. Al mudarse el autor al New York Journal, Pulitzer contrata al dibujante George Luks para reemplazarlo y continuar la publicación de Yellow Kid. Así fue como entre 1896 y 1898 The Yellow Kid fue publicado simultáneamente en ambos diarios y la tira legalmente plagiada en The World comienza a disminuir su popularidad.
Pero este no fue el único conflicto en los que se vieron envueltos estos dos medios.
Mientras se disputaban la publicación de la tira cómica, otros medios comenzaron a acusar a estos dos por haber manipulado noticias y haber pagado a personas implicadas en los hechos para obtener las noticias de primera mano. Y terminó siendo a causa del inocente personaje del niño amarillo que se dio origen al término amarillismo, acuñado por primera vez en el titular de un artículo publicado por The New York Press titulado “We call them yellow because they are yellow” (Los llamamos amarillos porque son amarillos) refiriéndose como ellos a los dos polémicos medios y haciendo un juego de palabras con el término yellow, el cual en inglés significa tanto el color amarillo como los adjetivos cruel, cobarde y bajo.
Situándonos en Argentina, el inicio de la historieta fue diferente, ya que surgió en el marco de revistas como Caras y Caretas, PBT, El Hogar, o La Novela Semanal; y no en los diarios.
Manuel Redondo, Pedro Rojas, Arturo Lantieri, José Serrano y Luis Macaya fueron algunos de los primeros dibujantes en animarse a alejarse de la caricatura política para poner un pie sobre el creciente y aún rudimentario mundo de la historieta.
Más tarde, en la década del ’20, se crea la revista Páginas de Columba, dedicada por completo al humor gráfico y las historietas. En esta revista se explotó el recurso de hacer incursionar a la historieta en la publicidad. Y así fue cómo surgió esta modalidad por muchas décadas más.
Se demuestra la popularidad de la práctica al originarse los personajes de Mafalda y su familia en 1962 gracias a un pedido a Quino por parte de una agencia para crear una publicidad para los electrodomésticos Mansfield.
La Nación se convierte en el primer diario argentino en publicar historietas en 1920, al publicar Bringing Up Father de George McManus, traducida como Pequeñas delicias de la vida conyugal y sus protagonistas traducidos como Trifón y Sibebuta. En 1928 Dante Quinterno publica por primera vez un prototipo de Patoruzú en el vespertino Crítica, llamado Curugua-Curiguagüigua. Desde 1935 aparecería la tira Tancredo, de Fantasio, primero en La Razón y luego en El Mundo. En 1938 aparece en La Prensa Don Fulgencio, de Lino Palacio. Y así medios como La Razón, El Mundo, La Prensa y Noticias Gráficas dieron espacio a la historieta argentina entre las décadas del ’20 y el ’30.
Fue solo al final de la década del ’40 que Clarín comenzó a publicar historietas, con Blanca Nieve y Pío Pío, de Guevara y Rega Molina. Si bien demoró en adentrarse en el género tuvo un gran acierto años después, en 1973, al deshacerse de la última tira extranjera que le quedaba (Mutt y Jeff) para publicar una potente última página de humor gráfico argentino con los dibujantes Caloi, Bróccoli, Altuna y Trillo, Dobal, Ian, Rivero, Crist y Fontanarrosa. La popularidad que alcanzaron juntos en esa última página hizo que el diario se comenzara a leer de atrás para adelante.
El inicio de la tira cómica en Estados Unidos se ve marcado por una sucia puja ajena en un marco comercial/capitalista, del cual –por suerte– la historieta también logró sacar su provecho y lograr popularidad gracias a la masividad de los medios.
Este gran alcance logró que la historieta se expandiera a otros países, como el nuestro, para luego seguir siendo utilizado como herramienta comercial contratando dibujantes para hacer publicidades en historieta, para más tarde finalmente emanciparse de este tipo de publicaciones, hasta llegar al día de hoy, donde la mayor parte de las historietas y tiras son publicadas o en medios exclusivos del género, o en publicaciones independientes o autogestionadas, o simplemente a través de internet y redes sociales.
El desligarse del ámbito comercial benefició a la historieta artísticamente, otorgando más libertad a los autores para desarrollar sus temáticas y sus técnicas –lo cual se ve reflejado, por ejemplo, en la creación del concepto de novela gráfica para llamar a los libros de historieta. Como contrapunto, esto llevó al alejamiento de la historieta del público general para ser el blanco de un público más reducido y específico.
Por otro lado, así como el diario condicionó a la historieta y terminó forjándola tal como es, la historieta también dejó su impronta en este tipo de medios. Esto quedó demostrado desde la disputa entre los dos diarios neoyorquinos por la posesión de la tira que al parecer les otorgaba la popularidad por metonimia; y hasta en Argentina, cuando Clarín apostó en la historieta para tener una jugosa última página de humor gráfico, logrando modificar las costumbres del orden de lectura del diario y dándole parte de su identidad al propio diario.
Referencias
Judith Gociol y Diego Rosemberg, 2000, La Historieta Argentina, Ediciones de la Flor
http://www.todohistorietas.com.ar/
http://library.duke.edu/exhibits/earlycomicstrips/
https://www.lambiek.net/strips/
http://www.psu.edu/dept/inart10_110/inart10/striptime.html
http://www.aaacaricatures.com/cartoonhistory/comicstriparthistory.html