Uno de los pioneros en incursionar en el mundo del diseño discográfico del jazz fue Alex Steinweiss, que había recibido la influencia directa del diseño moderno europeo a través de su maestro Joseph Binder. Steinweiss fue contratado por el sello discográfico Columbia Records en 1939 para diseñar campañas publicitarias, pero entonces notó que la presentación de los álbumes para la venta eran insípidas y ridículas en ese entonces. Se preguntó ‘¿Quién podría comprar estas cosas? No tienen atractivo alguno.’ Entonces, ofreció a Columbia Records la posibilidad de diseñar las tapas. El nuevo concepto de packaging fue un éxito y las ventas se dispararon. Partidario de la rotulación manual, Steinweiss combina en cada disco letras de diferentes familias, con predominio de las egipcias. Es habitual que los textos aparezcan en perspectiva o acotando de algún modo la ilustración principal.
Junto a Steinweiss, otros dos destacados grafistas de esta primera época fueron Jim Flora (que trabajó para Columbia, con Steinweiss, y para RCA) y David Stone Martin (empleado por diversos sellos del productor Norman Granz, como Clef o Verve). Las mejores cubiertas de ambos parecen hoy de una gran modernidad porque no aluden a la música o el título del disco, como hacía Alex Steinweiss, sino que tratan de provocar en el espectador sensaciones complementarias y paralelas a las que suscita la música, que puedan enriquecer la escucha. Entre estos dos extremos, la interpretación de contenidos y la provocación de sensaciones, continúa moviéndose el diseño discográfico. Martin y Flora, desvinculados de la estética moderna, estaban menos interesados que Steinweiss en convertir el texto en protagonista de sus diseños y las tipografías que empleaban solían ser meramente funcionales o decorativas.
En 1948, casi 10 años después de que Steinweiss propusiera el diseño de tapas ilustradas, aparece el primer el primer disco microsurco de larga duración, de 10 pulgadas de diámetro, y en 1955 vio la luz el LP de doce pulgadas, formatos que propiciaron un enorme desarrollo del mercado discográfico y presentaron una enorme plataforma al mundo del diseño. Había que sumarle también, la posibilidad de poder acceder a la fotografía en color a un precio económico gracias al avance de las técnicas de impresión. Era una época donde también el estilo del jazz estaba dando un giro: estaban abandonando el jazz clásico e incursionando en un nuevo estilo innovador, el bebop. Más tarde, diferentes músicos de jazz tomaron la parte mas creativa del bebop, surgiendo así el cool jazz (y el hard boop, más tarde) durante la década de los 50 y los 60. Con todo esto en juego, la ilustración estaba perdiendo fuerza en el mercado discográfico. Perdía poder publicitario en un momento en el que el marketing musical despegaba.
Consecuentemente, la asociación de un estilo de jazz con una determinada clase de imágenes se afinaba hasta el punto de incluir determinadas familias tipográficas o un cierto modo de utilizarlas. Esto es lo que sucedió por primera vez con los seguidores del cool jazz y del hard bop. Las cubiertas de los sellos Prestige y Blue Note propiciaron esa identificación. El principal responsable en ambos casos fue un joven llamado Reid K. Miles, atraído al diseño discográfico por John Hermansader, que trabajaba para el sello independiente Blue Note, muy vinculado al jazz moderno. En las cubiertas creadas por Hermansader para este sello, sobre todo en los dos volúmenes de ‘The Jazz Messengers At The Café Bohemia’ y ‘Jay Jay Johnson’, quedan trazadas las líneas que luego Miles convertiría en alguno de los estandartes del género.
Siguiendo estos modelos, Miles realizaró sus mejores ejercicios tipográficos en bitono, utilizando el tamaño de la letra con un sentido dramático que pone en primer plano sus valores puramente gráficos. La fotografía del músico queda reducida a un mero testimonio, en lugar de presidir la cubierta; o en otros casos, la tipografía acompaña de manera armónica a la imagen fotográfica. Miles no solo combina con gran ingenio diversas familias o las mayúsculas y las minúsculas, sino que hace que las letras sobresalgan de la caja, las superpone o las complementa con signos de exclamación y comillas. Rebosan salud y optimismo y aún así no pierden nunca un principio esencial de austeridad. Miles supo aprobechar las circunstancias de la época, el desarrollo tecnológico y las restricciones económicas de la discográfica, explotando los recursos al máximo y generando gran impacto visual en sus trabajos. Menos es más.
Las portadas de discos no sólo nos han ofrecido algunos de los mejores referentes de diseño gráfico en la historia, sino que también nos han dejado un legado. Dejaron las bases asentadas para que el diseño siga este ‘camino de ida’, una evolución constante a lo largo de la historia, que posibilita la composición de innumerables piezas.
Alunas portadas de Miles:
En la página de Blue Note pueden acceder a ‘timeline’, donde muestran todos los vinilos producidos por cada década.
http://www.bluenote.com
Bibliografía:
http://guity-novin.blogspot.com.ar/2013/11/record-album-covers.html