Gil Mellé: elige tu propio vinilo

Como John Lennon en el ’74, Daniel Johnston en el ’83, o Wayne Coyne de The Flaming Lips en 2002, en 1955 también había músicos que hacían su propio arte de tapa. Aquí la historia de Gil Mellé, artista, músico de jazz y admirador de los sintetizadores.

Cuando comencé a investigar sobre vinilos, particularmente de mi década asignada, los 50, me sorprendí al ver una variedad increíble de posibilidades para las tapas. Realmente creí que iban a ser más chatas, o por lo menos completamente basadas en la fotografía. Asumía esto ya que la producción de tapas de vinilos como norma, gracias al diseñador gráfico Alex Steinweiss, tenía para ese momento la joven vida de 12 años. Seguramente la idea de identificar la música con quienes la creaban mediante la portada de los discos, estaría fresca.

Varios nombres se repetían muchas veces: Reid Miles, John Hermansader, Paul Bacon, Neil Fujita, David Stone Martin. Hasta que encontré un nombre que también se repetía, pero en este caso, en las categorías tanto de músico como de diseñador: Gil Mellé.

Gil Mellé había comenzado a tocar el saxo tenor y a componer música en su adolescencia. Nacido (en 1931) y viviendo en Nueva Jersey pero estando tan cerca de Nueva York, apreciaba allí las producciones de jazz de músicos como Lester Young, Stan Getz y Charlie Parker.

No podía pagar educación universitaria para perseguir sus intereses científicos o artísticos. Pero en cambio su primera formación se la dieron los discos de Duke Ellington, Thelonious Monk y Stan Kenton; y el hecho de haberse empleado en la disquera Blue Note antes de cumplir los 20 años.

En dicha firma Mellé logró, con el aliento del ejecutivo Alfred Lion, utilizar su arte para las tapas de discos que sacaba. “Alfred fue como un segundo padre para mí” contaba Gil a la revista JazzTimes “Me llevaba a museos, al MOMA, al Guggenheim, a todos estos lugares a los que nunca había ido […] Eso cambió mi vida”. Mellé realizó además, tapas para Thelonious Monk, Sonny Rollins, Miles Davis y Clifford Brown, entre otros. Sus pinturas ya habían llegado a algunas galerías de Nueva York para fines de los 50.

Si bien muchas de sus tapas incluían fotografías de los artistas, cuestión que como comentara anteriormente, era bastante común en esa década; tenía incursiones en otros estilos. Un recurso que era muy utilizado en la época eran las ilustraciones (usualmente simplificadas), de instrumentos utilizados para la música del disco. Gil realizó una tapa siguiendo esta idea para Edmond Hall y Charlie Christian (1953), con ejes ortogonales para la tipografía, y uno diagonal para las ilustraciones.

 

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Para el disco New Faces – New Sounds del Gil Mellé Quintet/Sextet (1953), combinó imagen, misceláneas y tipografía, con un uso muy interesante del color.

 

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En este vinilo del Mellé Quintet con Don Butterfield (1955), utilizando una fotografía de Frank Wolff, quien fuera el fotógrafo de Blue Note; muestra una composición más abstracta.

 

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Rotando a su trabajo para la disquera Prestige, un disco de The New Miles Davis Quintet (1956). Si no hubiera leído el año, no habría podido relacionar esta tapa con decisiones tan fuertes con ese momento histórico.

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A medida que Gil tenía más herramientas para crear música, se daba cuenta que no le interesaba el bebop y buscaba algo más de sus producciones. Desde su pasaje a Prestige (para lanzar su música, no solo como diseñador), comenzó a crear sonidos diferentes con su cuarteto. Inició una exploración de las posibilidades de los sintetizadores, con la ayuda de Rudy Van Gelder, ingeniero de sonido de Prestige y otro aficionado amateur a los instrumentos electrónicos. De este modo empezó a construir sus propias máquinas.

“El público no me entendía. ¿Música electrónica en el ’59? Eso no era música […] La gente que me había conocido durante años decía ‘Gil sólo está pasando por una fase’. Yo creía en estos sonidos completamente. Sabía que tenían que ser la música. Era lo que venía”.