Qué difícil es hablar de vinilos sobretodo porque me dí cuenta de lo poco que sé de ellos. Al escribir este blog preferí hacerlo desde mi perspectiva o desde mi ignorancia, contando un poco mi relación con los vinilos. Pero empecemos desde el principio.
Mis primeras conexiones con la música según lo recuerdo, tienen que ver con la radio y el cassette, un formato que quedó en el olvido hace ya tiempo, y que fue caducando poco a poco, con la llegada del cd y más tarde, con los formatos digitales.
Tenía un walkman, al que le colocabas el cassette y podías escuchar lo que quisieras, tratando de que no se te enrede la cinta, porque si eso pasaba te querías matar, de lo difícil que era volver a colocarla en su lugar y que generalmente lo hacías con una lapicera, que dentro de todo te facilitaba la tarea. Después, con el discman, el walkman se convirtió en algo obsoleto, casi no había cassettes y reproducir un cd era mucho más fácil y práctico. El discman, estuvo un tiempo, hasta que aparecieron reproductores mp4 y más tarde los Ipods. Se trataba de elementos que cada vez eran más chiquitos pero que te permitían tener innumerables carpetas de música, muy prácticos ya que podían entrar cómodamente en un bolsillo y reproducirlos en cualquier lugar. Pero de todos estos medios para reproducir música, no se encuentra el vinilo y esto se debe a que en un momento el mercado dejó de interesarse por ellos, y todos los avances tecnológicos (algunos que nombre), lo fueron reemplazando y así poco a poco el vinilo se fue convirtiendo en un objeto viejo, sin utilidad. Es por eso que a partir de la generación del ’90, muchos no pudimos tener mucha relación con los vinilos tan directamente como en generaciones anteriores. Y acá entramos en el momento en que yo conocí los vinilos.
Un día, de esos que no tenés mucho qué hacer (esos días en los que ser curioso era algo de todos los días); me empezó a surgir la duda de cómo escuchaban música mis viejos, y por qué no mis abuelos. Le pregunté a mi viejo, y la respuesta fue clara: v i n i l o s. Mi papá se levanta de la silla y enseguida me muestra algunos que tenía guardados en una caja y que el tiempo se había encargado de dejarle su marca. En cuanto los ví, le dije que quería escuchar uno, y me dice casi burlonamente que no intentara ponerlo en el equipo reproductor porque obviamente no iba a entrar; “para eso está la Winco” me dijo, y de inmediato corrió unas cajas que había encima de una especie de mueble viejo,que parecía más una vieja estantería que algo que reproduce música, levantó la tapa y colocó el vinilo ahí. Casi mágicamente, de esa caja de madera vieja, salía sonido. “Así escuchábamos música nosotros”, me dijo con voz de orgullo, y que obviamente a esa edad mucho no podía comprender el por qué de ese orgullo, pero que ahora entiendo.
Escuchar música en ese entonces, implicaba una dedicación de tiempo que ahora no existe: sólo presionamos un botón y ya podemos escuchar lo que queramos. La conexión que te genera escuchar en vinilo es otra, escuchar música desde el celular o el ipod no te genera las mismas sensaciones; no por nada que los vinilos han vuelto a ser comercializados. El vinilo nos ofrece otra forma diferente de escuchar música, mucho más reflexiva, y también tener uno en las manos conlleva una relación con ese objeto, casi sentimental. ¿Por qué no darnos la oportunidad de experimentarlo?