El mundo de la información, de los medios, también se ha transformado. Un primer paso fue portar los contenidos de las revistas y periódicos impresos a su contraparte digital, para que se pudiese leer desde la pantalla de la computadora. Pero de nuevo, con cada vez mayor acceso a los medios digitales, la impresión en papel empieza a palidecer y por qué no, desaparecer en muchos sentidos.
Existen muchas razones para que desaparezcan las publicaciones en papel. Una de ellas es la inmediatez de la información. Estamos acostumbrándonos a que las noticias fluyan prácticamente de forma instantánea. Si recordamos, por ejemplo, la cacería de los sospechosos del atentado terrorista en Boston, de hace unos pocos meses, podremos recordar que la información aparecía inmediatamente en sitios web, redes sociales, Twitter, etcétera. Se da puntual cuenta de lo que estaba pasando casi en el momento justo del incidente. En cambio, las publicaciones impresas tienen que pasar por muchísimas etapas y si pueden salir -digamos- semana a semana, esto implica pérdida en la instantaneidad de las noticias. La información ya huele a viejo y como bien pudo haber dicho Jorge Luis Borges: “No hay cosa más vieja que el periódico de ayer”.
Numerosos expertos en todo el mundo auguran el fin de la prensa en papel debido a la explosión de Internet, y no parecen estar equivocados. Periódicos nacionales e internacionales han tenido que cerrar para siempre sus rotativas debido a las pérdidas económicas. Pero, ¿y las revistas en papel? Si bien es cierto que muchas han cerrado, algunas revistas en papel sobreviven e, incluso, están triunfando. En España, publicaciones como Jot Down o Yorokobu han conseguido mantener con éxito su versión impresa al apostar por una combinación entre la revista en papel y el soporte digital. Otras, como Luzes, han sido lanzadas desde el principio bajo este modelo de negocio.
¿Por qué las revistas en papel sí y los periódicos no?
Hay varias teorías que explican el éxito de las revistas en papel frente al fracaso de los periódicos en su versión impresa. La principal de ellas es que la información que podemos encontrar en una revista en papel es más profunda y más elaborada, permite lecturas largas y una inmersión en una temática amplia, mientras que los diarios de información generalista han pasado a ocuparse de la inmediatez y las noticias de última hora, las cuales no dejan de producirse en cada segundo y han desembocado en una lectura rápida y horizontal. Y, a diferencia de lo que algunos afirman, existen varias maneras de leer, incluida la lectura profunda y extensa. El propio director de comunicación de Jot Down, Carles A. Foguet, reconoció recientemente en una entrevista que, aunque sus lectores en versión digital superan a los de la revista en papel, “el compromiso que se exige en uno y otro caso es distinto, así que la diferencia es comprensible”.
Este modelo de negocio on-off por el que están apostando las revistas en papel tiene sus variantes. Mientras Yorokobu opta por unos contenidos más actualizados en su versión digital, Jot Down genera artículos extensos en ambos soportes, pero inéditos en cada caso. Luzes, por su parte, ofrece sólo una parte visible de sus publicaciones en la web para que los lectores puedan hacerse una idea de lo que se van a encontrar si deciden hacerse con la revista en papel. En cualquier caso,a pesar de que las revistas adaptan y distribuyen contenidos en ambos formatos, la extensión y la profundidad de los mismos no varía.
Mar Abad, redactora jefe de Yorokobu, está convencida de que los lectores “siguen amando las buenas revistas y los libros en papel”, ya que opina que la versión impresa “cubre la parte sensorial” que no cubre la digital, esto es, “el diseño, el tacto de las hojas, el olor de la tinta y una lectura reposada”. Habrá que hacer caso a la mismísima revista Forbes, que publicó una serie de argumentos para demostrar que el papel, lejos de ser un mal negocio, es un valor añadido para cualquier publicación.