“Caperucita Roja”, “Blanca Nieves”, “Alicia en el país de las maravillas”, “El señor de los anillos”, “Harry Potter”, “Milenium”, “Into the wild”, “Bajo la misma estrella”, “50 sombras de Grey”, entre otros.
Partimos de lenguajes que comunican de manera diferente.
El libro se basa en la palabra escrita que ayuda a imaginar al lector ese ambiente en donde se sumerge, en tanto el cine nos muestra algo sin darnos lugar a imaginar solo recibimos, percibimos y sentimos. El director junto con el guionista se encargan de no dejar nada al libre albedrío, ni libre de azar a la imaginación del espectador, a quien se le deja todo servido en pos de una historia.
Todos sabemos que sucede con “Hansel y Gretel”, pero al leer la historia cada uno nos hacemos una imagen distinta de la gran casa de golosinas de la bruja. Pero cuando vemos “Hansel y Gretel” de Tommy Wirkola, todos vemos lo mismo, y nuestra imaginación queda acotada a lo que vemos, a lo que el director nos quiere mostrar.
La mayoría prefiere leer el libro primero y luego ver “la peli”, para no permitir que su imaginación se vea acotada. Sin embargo y desde mi amor por el cine creo que debemos ser más objetivos y darnos lugar a consumir ambas cosas sin importar cuál es primera, y ser abiertos a que ambas nos sorprendan. Aunque la historia sea la misma y sepamos que pasa en “Los juegos del hambre”, Suzanne Collins (escritora) y Gary Ross (director) son personas con experiencias y aspiraciones distintas, que nos muestran mediante distintos lenguajes, la misma historia, con diferentes carga y sensaciones.