Los discos de vinilo se están volviendo a distribuir y a editar. Cada vez existe más demanda por parte del público, y muchos artistas están editando sus nuevos trabajos también en vinilo.
Probablemente el mercado de estos discos nunca volverá a tener las dimensiones que tuvo en el pasado, pero en este último tiempo, ha revivido esta industria que parecía condenada al olvido. Tanto es así, que en la Argentina, por ejemplo, después de 22 años, se vuelven a fabricar vinilos. Por primera vez desde 1993, dos empresas, Láser Disc y Morello, producirán discos en el país y las discográficas preparan reediciones.
Su retorno tiene que ver con varios factores. Por una parte, el propio interés de la industria discográfica, que debido a la caída en ventas del CD y la poca rentabilidad de las descargas digitales por pago, buscan en el vinilo una salvación a su crisis. Y por parte de los compradores, donde infl
uye la nostalgia de esos antiguos usuarios que extrañan las características típicas del vinilo y la curiosidad que ha despertado en los nuevos oyentes de conocer el sonido original de antiguas grabaciones.
Algunos buscan una nueva forma de escuchar música, intoxicados por la sobrecarga de información musical de las redes sociales y el pirateo masivo. Han descubierto que tener miles de canciones en su disco duro no les aporta gran cosa, y encuentran en el vinilo una manera más ordenada y cálida de escuchar sus discos favoritos. El vinilo aporta principalmente, entre muchas cosas, exclusividad. Todos pueden tener una canción descargada pero no todos pueden tener su edición en vinilo.
El vinilo tiene sus defectos. Se raya, la suciedad influye muchísimo en el sonido, es a veces poco práctico y come mucho espacio en una casa. Pero su sonido característico es encantador. Tiene una calidez que contrasta con lo frío del formato digital, nos transporta a otra época, a otro lugar. Además, sus dimensiones son parte de su encanto. Comprarse un CD era como tener una postal. Poseer un vinilo se asemeja más a tener cuadro. Muchas de las portadas más famosas de la música son verdaderas obras de arte.
Con esto nos damos cuenta, que a pesar de los avances tecnológicos que se producen diariamente y la facilidad con la que tenemos acceso a la música hoy en día mediante reproductores online, como Youtube o Spotify, muchas personas siguen apostando por estas piezas llenas de valor y porque el sentimiento de adquirir algo tangible aporta una experiencia mucho más satisfactoria.