En busca de la propia voz

Tipografía como encarnación de la lengua ¿De qué forma decimos lo que queremos decir? ¿Cómo producimos miradas los diseñadores? ¿Desde dónde “hablamos”? ¿Dónde situamos nuestra voz?

Me pasa continuamente en la carrera, cuando tengo que hacer un trabajo, debatir desde dónde abordarlo y con qué enfoque. A veces en la búsqueda de referentes observo discursividades hegemónicas.  Se me ocurre pensar a la tipografía como encarnación viva y latente del lenguaje, como consecuencia de una avalancha de cuestionamientos y posicionamientos diversos sobre la lengua: el poder y la palabra como vehículos transmisores de determinadas conductas. ¿De qué forma decimos lo que queremos decir? ¿Cómo producimos miradas los diseñadores? ¿Desde dónde “hablamos”?  Antonio Gramsci plantea que la hegemonía es una imposición de tipo cultural dado por un grupo social dominante. Como partícipes de la elaboración de la cultura, ¿Dónde situamos nuestra voz? ¿Vamos a ser unos heterodoxos, reproductores de tradiciones violentamente heteronormativas y profundamente machistas? ¿Favoreceremos a determinado grupo social dominante? ¿A la vera de qué paradigma estamos? Mijail Bajtín desarrolló, a grandes rasgos, que la voz propia está habitada por la palabra ajena, ya que está conformada por los enunciados de otros enunciados, ¿De qué otredades nos nutriremos para generar nuevas dialécticas? ¿Serán otredades con fronteras? ¿Colonizados o colonizadores? ¿La confinaremos al emplazamiento de la normalidad o se la adjudicaremos como contrapartida a la Biopolítica y la transpolítica?

Kate Millett escribió: “Lo personal es político”. El feminismo no heteronormico como respuesta política. “Sistema sexo-género, patriarcado y falogocentrismo son tres maneras de nombrar y pensar el dispositivo de gestión social centrado histórica y conceptualmente en los varones.”1 falogocentrismo: referencia al privilegio de lo masculino en la construcción del significado, ¿Habrá, entonces, que desentrañar la lengua para producir sentidos? Para mí: sí. Y forma parte de nuestra tarea como diseñadores. Citando a Rita Segato: “[…] los actos de violencia se comportan como una lengua capaz de funcionar eficazmente para los entendidos, los avisados, los que hablan, aun cuando no participen directamente en la acción enunciativa. Es por eso que, cuando un sistema de comunicación con un alfabeto violento se instala, es muy difícil desinstalarlo, eliminarlo”.

Como comunicadores me parece que es fundamental inquirir sobre la realidad y sus supuestas verdades, deconstruir la mirada para desnaturalizar absolutamente todo. A mi parecer, tanto con la tipografía como con otras herramientas “le ponemos cuerpo” a lo que decimos y continuamos replicando, o no, determinados discursos. Diseñamos parte de la realidad y somos actores políticos activos, con la posibilidad de modificar “algo”. Carlos Fuentes escribe en su prólogo de Todos los gatos son Pardos: “Entre las dos orillas del poder, un puente: la lengua, Marina, que con las palabras convierte la historia de ambos poderes en destino: el conocimiento del que es imposible sustraerse”. “[…] le dice la Malinche a su hijo, el primer mexicano: muerte, sueño, rebelión y amor, no en cualquier orden, sino precisamente en éste, que indica los grados crecientes de la dificultad, de la carga y de la realización plena. Lo más fácil, entre nosotros, será morir; un poco menos fácil, soñar; difícil, rebelarse; dificilísimo, amar”.

 

 

 

 

1. Florencia Angilletta, Becaria doctoral del CONICET, con sede en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas. Licenciada y Profesora en Letras (UBA). Publicó artículos sobre problemáticas de género en journals, y en revistas como Anfibia, Crisis, Ñ, Le monde Dipomatique. Coordina clases de feminismos, literatura y periodismo.   
2. Imágenes de Barbara Kruger.