Seguramente no recuerdes cuando fue la primera vez que tomaste un lápiz. Fue hace tanto tiempo que aún no éramos capaces de recordar. La mayoría de los lectores en este foro han tenido la dicha de haberse codeado con millones de soportes y materiales que nos dieran por resultado, aunque sea un trazo. Crayones, lápices, fibras, pinceles, etc. Siempre han estado al alcance de nuestras manos desde muy pequeños.
Si nos ponemos un poco más técnicos, la habilidad de poder sostener un lápiz se desarrolla entre los dos años y sigue agudizándose y perfeccionándose hasta los 6, inicio de la edad preescolar. Esta habilidad, en realidad, la podemos llamar como ‘desarrollo de la pinza digital’. Permitiendo de esta manera la sujeción y manipulación de elementos. Teniendo como meta principal el desarrollo de la motricidad fina. No podemos dejar de lado lo trascendental de esta capacidad a la hora de comunicarnos y dar los primeros pasos en el mundo del lenguaje.
Año 2018. Aunque nos parezca irrisorio, los niños ya no prefieren un lápiz y un papel. Una pantalla destellante de colores y su destacable manejo intuitivo utilizado por las manos, han ocupado la escena principal. Niñeras fáciles y más baratas que pagar aportes jubilatorios, han tomado de rehenes a los pequeños, y con ellos, al desarrollo neuromadurativo correcto para su edad. Abriendo una brecha entre el inicio del camino de la gestualidad y del doublé-tap.
Puede que falte muchísimo tiempo, pero si ya estamos en una instancia de un desarrollo anormal de lo gestual, que pasaría si esto dejamos que esto avance. Muchas preguntas me inundan la cabeza, entre tanto me pregunto si en el futuro será necesario aprender a escribir, utilizando nuestras propias manos. Algo que hoy es completamente natural. No pretendo quitarles todo tipo de dispositivos móviles a los niños que nos rodean. Pero no puedo dejar de pensar que pasaría si… (inserte su pregunta distopica aquí).
Queda en ustedes, lectores, el fomentar los momentos creativos, auténticos y experimentales de las generaciones venideras. Hagámonos cargo. Salvemos lo gestual.