PIXAR É HUMANO

Letras, signos, números y códigos son la particular respuesta a un sistema que reprime y excluye. En las alturas de las edificaciones de Sao Paulo nace el grito de una juventud marginada que esta dispuesta a dar la vida por hacerse ver. Solo se necesitan pinturas, rodillos, aerosoles y adrenalina para superar limites dentro del movimiento PIXAÇÃO.

P  I  X  A  Ç  Ã  O

Sao Paulo (Brasil) es una metrópolis de 21 millones de habitantes, centenares de anchas avenidas y un número incontable de edificios que superan la treintena de niveles. También, o quizás por eso, es un mural sin límites para unas bandas oriundas de esta urbe que graffitean cada rincón de la ciudad con su genuina y monocromática tipografía. Se llaman pixadores (Pichadores). El pixação (Pichazáo), su estilo, cumple la paradoja de ser su manera de jugarse la vida, y a su vez, su más valiosa razón para vivirla.

Se hace difícil dar un paseo por este gigante sudamericano sin toparse con cientos de estos escritos por todos los rincones donde uno mire. Muros, balcones, puentes, túneles, cornisas, vallas, monumentos, tableros de canastas, fachadas de comisarías y hasta en inverosímiles paredes planas de decenas de metros de altura. No importa lo inaccesible que sea el espontáneo lienzo, un pixador, llega.

El pixação nació en Sao Paulo en los años 80 como un modo de expresión gráfica urbana que tomaba el testigo de las pintadas protestatarias de los años 60, cuando grupos sindicales decoraban la urbe a base de tinta durante la dictadura militar brasileña. Se trata de mensajes monocolor, escritos con una tipografía propia, que recuerdan a las letras picudas de los alfabetos bárbaros que se utilizan en las portadas de muchos discos heavy metal. Escaleras humanas, tuberías colgantes, alargadores caseros para plasmar la pintura. Ningún riesgo es demasiado para ejecutar esta modalidad pictórica.

El mensaje en aquellas marcas generalmente denuncia la pobreza y desigualdad, aunque en muchos casos son sólo los nombres y sobrenombres de los autores y sus bandas. Pero lo que prevalece y sobresale es el estilo y la estética unitaria de todo el movimiento, pues se trata de una especial y única caligrafía que deliberadamente crea una suerte de máscaras gráficas que los hace poseer el espacio de una manera singular.

No hay manera que los transeúntes no vean estas huellas, están siempre presentes dada la magnitud del fenómeno se crean verdaderas unidades estéticas que poco a poco se han vuelto parte del entorno citadino.

Busca romper con la estética graffitera de Nueva York. El graffiti, en principio, es bien elaborado y estético, siendo aceptado como una forma de expresión artística contemporánea, además de ser promovido y aceptado por el gobierno brasileño. La pixação ha tenido una respuesta contraria debido a su fin de protesta. Es calificado como vandalismo y agresivo para el paisaje visual urbano. Su prohibición ha llegado a ser registrada en el artículo 65 de la ley brasileña 9.605/8 (Ley de Crímenes Ambientales). En los envases de los aerosoles fueron obligados a llevar la etiqueta: «Pixação é crime».

Sin embargo, el graffiti se  ha sido permitido por ley. Se realizó una alteración de la ley de 1998 para clasificarlo como un movimiento que tiene como objetivo principal valorizar el patrimonio cultural público y privado mediante una manifestación artística popular. Por tanto, es legal.

Paradojicamente numerosas marcas multinacionales se han apropiado de algo que pertenece a la calle para volcarlo hacia sus ganancias utilizando este estilo tipográfico en sus productos, también lo han llevado a galerias donde poco importa  lo real de esta practica, su significado, su esencia.

Durante la 28a Bienal Internacional de Arte de Sao Paulo unos 40 jóvenes pixadores aparecieron en el 26 de octubre de 2008, comenzaron a efectuar pixação en las paredes del 2° piso del edificio del pabellón donde se desarrollaba la Bienal. Dicho piso estaba con las paredes en blanco, son obras artísticas, ya que era un espacio teóricamente abierto a intervenciones artísticas libres. Además de las firmas habituales, uno de los jóvenes escribió Abajo la dictadura criticando al arte contemporáneo  mainstream.

Una joven, Caroline Pivetta da Mota de 23 años, estuvo presa por más de 50 días por haber participado en los incidentes. El hecho generó varias manifestaciones y reactivó la polémica sobre el acceso a la justicia por los más pobres, así como sobre el valor artístico de la pixação en el contexto del arte contemporáneo

Mientras que para sus detractores la pixação es simple vandalismo, sus defensores entienden que constituye un fenómeno artístico genuino y único en el mundo. El fenómeno de la pixação, más que aportar luces para una eventual respuesta definitiva, suma interrogantes que agrandan este inmenso e intrincado problema filosófico y social.

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PIXAR É CRIME, PIXAR È HUMANO