Partiendo de la base, sabemos que no existen dos personas iguales en ninguna parte del mundo (teniendo en cuenta todas las particularidades de cada uno). Tal vez exista la coincidencia de encontrarte con dos personas que físicamente puedan ser muy parecidas (aunque nunca completamente idénticas) pero aun así, cada una de ellas tuvo una vida distinta de la otra, tuvieron diferentes experiencias de vida, y por lo tanto piensan de manera distinta, tienen diferentes gustos, diferentes personalidades. Cada persona en la Tierra es única y diferente del resto y por eso resulta interesante (o por lo menos a mí) tener la oportunidad de conocer personas nuevas y ver la forma en la que interpretan el mundo.
Todos tenemos algo que nos caracterice, ya sea para bien o para mal, todos tenemos ese algo por el cual recibimos elogios o cargadas de los amigos. Y queramos o no eso forma parte de nuestra propia identidad. Por ejemplo: “ahí viene el narigón”, “la rubia del otro día”, “míralo al pollerudo”. Sin embargo, estas características podrían no ser únicas, es posible que muchas otras personas en el mundo compartan este aspecto con uno mismo. Pero entonces ¿qué es lo que nos diferencia?
La vida no es una sola cosa. La vida de cada uno se basa en innumerables combinaciones de estas distintas particularidades que en conjunto hacen a nuestra personalidad. Cada aspecto de nuestra vida, podría decirse que forma parte de un gran sistema de identidad propio. Desde nuestro nombre, gustos particulares, la forma en la que vestimos y nos vemos, la forma de dirigirnos hacia los demás, nuestro lugar y manera de vivir, etc. Y a partir de ésta identidad es por la cual nos presentamos al mundo, a la sociedad, a partir de la cual vamos a generar una impresión en los demás acerca de cómo somos y luego también seremos reconocidos a partir de ésta. Por ello es que a muchas personas les importa la situación de la «primera impresión» ante los demás, porque este es el momento clave en el que su identidad se cruza con la identidad de otra persona por primera vez. Por ejemplo a nadie se le ocurriría ir mal vestido a una entrevista laboral porque para la otra persona que no la conoce da a pensar en una primera instancia que se trata de una persona descuidada o desprolija. Esto mismo se ve con los sistemas de identidad de las marcas (aunque en este caso la identidad se construye). La identidad visual debe ser hecha a medida, las señas particulares de cada empresa deben ser tratadas como tales, y con un lenguaje pertinente a la audiencia destinataria de los mensajes. La forma en la que se presenta visualmente la empresa es una herramienta cada vez más importante (aunque no siempre se la considere como tal) para acercarse al consumidor.
Volviendo a la personalidad, considero que la forma de ser de una persona, en cierto punto, funciona como los sistemas gráficos: un grupo de características que en conjunto intentan comunicar algo, sólo que en el caso de la personalidad es de mayor complejidad por tener muchísimas más características. Y viceversa, el sistema gráfico, por ejemplo, de una empresa, es la forma visible de la personalidad de dicha empresa.
Y la personalidad no es lo único que considero que funciona de esta manera. Mientras iba pensando cual iría a ser el enfoque de esta entrada, en mi cabeza se cruzaron otros factores que también me dieron a pensar que muchos otros aspectos de la vida en general de una persona se pueden encerrar dentro de otro sistema, que a su vez se pueda encerrar dentro de otro sistema cada vez mayor. Por ejemplo, alejándonos un poco de la personalidad, la vida de una persona en sí también funciona como un sistema en el que uno generalmente mantiene cierta rutina o estilo de vida con ciertas características (constantes) pero no todo permanece igual para siempre, y uno va creciendo y adaptándose a las distintas circunstancias (variables), al igual que sucede en los sistemas gráficos. Pero decidí enfocarme en la personalidad por que me pareció que era la comparación más evidente.