Aunque su nombre lo sugiera, un espacio en blanco no tiene que ser necesariamente de color blanco. Su nombre viene de aquellos días en los cuales los diseñadores gráficos realizaban la mayoría de sus impresiones en papel blanco. El espacio en blanco es un espacio vacío entre y/o alrededor de los elementos del diseño, puede ser el espacio que rodea los gráficos e imágenes, los márgenes, el espacio entre columnas, y los espacios entre líneas. Este recurso también es llamado «espacio negativo».
El espacio en blanco está hecho de nada, pero no debe ser tratado así. Son muchos los beneficios que una dosis de espacio en blanco puede brindarle a un diseño, otorgándole por ejemplo una apariencia más elegante, como así también hacerlo más legible dependiendo de cómo se utilice este recurso.
Cada espacio vacío forma parte del conjunto visual de nuestro diseño, por esta razón resulta imprescindible considerar al espacio en blanco como un elemento más.
La acumulación de información hace que la mayor parte de los contenidos pierdan su visibilidad y sean difíciles de ver en un primer golpe de vista. Si no separamos los contenidos con espacios en blanco, el diseño no “respira”, perdiéndose así el mensaje que se quiere transmitir. Por todo esto, debemos tener en cuenta desde un principio la utilización de éstos espacios.
La decisión de aplicar éste criterio dependerá siempre del objetivo de comunicación que se haya establecido previamente, así como de las características propias del mensaje a transmitir y del target al que se dirige. El espacio en blanco bien empleado, es tan importante como cualquiera de los elementos que componen el diseño, ayuda a generar el ritmo deseado dentro de la composición.