En el mundo del cine independiente hay un puñado de festivales que son el anhelo de todos los directores. El Festival Internacional de Berlin, más conocido como la Berlinale, es sin duda uno de ellos. Todos los años, más de 300.000 personas de todas partes del mundo acuden al festival, que se realiza en el mes de febrero. Precisamente durante ese mes, la ciudad de Berlín se prepara para alojar a toda la ola de jóvenes (y no tan jóvenes) entusiastas del cine que provienen de todos los rincones de la tierra.
A la hora de analizar la identidad del festival, es imposible no notar lo fuertemente atada que está con la ciudad que lo aloja, Berlín. El oso, símbolo de la capital alemana, es el elemento central dentro del sistema. Cualquier pieza que uno analice, ya sean entradas, revistas, folletos de programación, afiches, etc. todas tendrán de alguna forma (aveces más sintética, otras veces más icónica) un oso como protagonista. También, los colores blanco y rojo, paleta que predomina en el sistema, son los colores del escudo de la ciudad de Berlín. Por último, el uso de Helvética como tipografía para títulos no resulta casual. Si bien el logo del festival utiliza Myriad Pro, para la edición número 67 de la Berlinale se eligió a la tipografía suiza como fuente principal. Helvética está muy relacionada con los principios alemanes y con su cultura. La precisión y dureza de sus trazos, y la seriedad que transmiten trazan un paralelismo evidente con las costumbres del país Teutón.
En conclusión, este sistema funciona y muy bien por que los diseñadores tomaron en cuenta el contexto geográfico y cultural en el que se va a desempeñar. En febrero toda la ciudad de Berlín se empapela con estos afiches promocionando al festival del que tanto orgullo tienen de ser sede. Y como no podría ser de otra forma, el sistema entero refleja a la ciudad de manera perfecta. La Berlinale es Berlín, y su sistema gráfico es tan potente porque adopta esa característica esencial y la exprime al máximo.